Caso García Luna, una dolorosa retrospectiva de la guerra contra el narco

Caso García Luna, una dolorosa retrospectiva de la guerra contra el narco

"¿Y todo para qué? Si al final yo perdí", cantaba Ricardo Javier Muñoz, vocalista de Intocable, en su memorable canción de 1996. El famoso tema refleja ese sentimiento de confusión, en el que un individuo, a duras penas, se da cuenta de que todo su dolor, sufrimiento, esfuerzo y pena han sido en vano, pues ha perdido el lazo emocional que había formado con la persona que una vez lo amó. 

Este pesar prevalece en gran parte de la población mexicana, aunque no necesariamente por las mismas razones. Millones de mexicanas y mexicanos nos preguntamos lo mismo: “Y todo para qué?” No sólo por algún infortunio de naturaleza romántica, sino por una tragedia, una crisis, una pesadilla que parecía nunca acabar, una que formó a una generación entera y hasta el día de hoy nos genera recuerdos que quisiéramos borrar para siempre de nuestras memorias, la guerra contra el narco.

Casi diecisiete años después de que el expresidente Felipe Calderón Hinojosa declarara un estado de guerra total contra los cárteles mexicanos, el país recibió una noticia impactante, aunque moderadamente esperada. Genaro García Luna, quien fungió como Secretario de Seguridad Pública durante la totalidad del sexenio de Calderón, había sido declarado culpable de cinco cargos relacionados con el tráfico de drogas por un jurado neoyorquino (Brooks, 2023).

El hombre que, en su momento, representaba la máxima autoridad del Estado mexicano en su insaciable lucha contra el crimen organizado, recibirá su condena este próximo 27 de junio, la cual oscila entre los 20 años de prisión y la cadena perpetua (Marcial, 2023). El juicio de García Luna ha logrado poco más que comprobar lo que millones en México ya daban por hecho, su involucramiento con ambos “bandos” de la guerra contra el narco. La verdadera cara del ex secretario ha sido expuesta, sus intenciones reveladas, y su codicia, desenmascarada.

De acuerdo a los testimonios del juicio, entre ellos varios miembros prominentes del Cártel de Sinaloa, el crimen organizado realizaba sus actividades ilícitas con el conocimiento y, a veces, consentimiento de las autoridades. Los testigos revelaron el cómo y cuándo se pagaron millones de dólares para sobornar a los altos mandos de la extinta Policía Federal. Mientras el gobierno del expresidente Calderón nos prometía que no habría treguas con el narco, la policía apoyaba activamente los esfuerzos del cártel. Dicha ayuda no se limitaba a facilitar el movimiento de drogas a través de líneas estatales, ya sea por aire o tierra, si no que involucraba la participación directa de los oficiales en el transporte de la mercancía que financiaba las operaciones de estos grupos (Camhaji, 2023). 

Estas “ayuditas” no se limitaban a simples colaboraciones durante operativos de rutina, obviamente. Según explicó Jesús “El Rey” Zambada, el Cártel de Sinaloa acostumbraba a sobornar a García Luna y asociados para colocar a miembros del cártel y funcionarios de confianza en posiciones de poder. Uno de estos hombres fue Edgar Bayardo, quien fue apuntado como miembro de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, a cambio de un “modesto” soborno de $350,000 USD pagados al sobrino de García Luna (BBC News Mundo, 2023).

“Zambada explicó que tener a García Luna de su lado permitió al cartel funcionar con seguridad en tiempos de guerras internas y presiones del exterior, con envíos de toneladas de drogas a EE.UU. por cientos o hasta miles de millones de dólares mensuales.” (BBC News, 2023)

Adicionalmente, es importante desmitificar toda narrativa que intente retratar a García Luna como una “oveja negra” dentro de un cuerpo de funcionarios públicos que genuinamente priorizaba la seguridad de la ciudadanía. Tan solo basta con investigar los nombres de Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño García, ambos colaboradores cercanos de García Luna dentro de la Policía Federal y actuales prófugos de la justicia estadounidense. Este trío se encargó de organizar y garantizar el envío de cargamentos de cocaína a Nueva York mientras que el gobierno mexicano presumía una inexistente lucha contra estas actividades ilícitas (Sánchez Ley, 2023).

Podría seguir citando evidencia de los nexos entre funcionarios del gobierno calderonista y los cárteles contra los que pretendían luchar, pero este artículo no es una recopilación de historias que nuestros exgobernantes quisieran que olvidáramos. En cambio, es una retrospectiva sobre cómo la ola de violencia que azotó nuestro país por seis años no fue más que una vil farsa, una guerra inútil que solo trajo destrucción y muerte a prácticamente todos los rincones de la república mexicana.

“¿Pero bueno, y ahora, qué sigue?”, se preguntarán muchos; siendo completamente franco, no tengo la menor idea. Pero sí de algo estoy seguro, es que la conclusión del jurado ha abierto una serie de interminables cuestionamientos sobre la gestión del gobierno de Felipe Calderón en cuanto a seguridad pública se refiere. Más allá de darnos respuestas, esta noticia ha creado un campo de cultivo para preguntas incómodas, oscuras y sumamente desalentadoras.

Es doloroso pensar que aquel periodo de seis años, entre 2006 y 2012, cuyas consecuencias se pueden seguir sintiendo hasta el día de hoy, no generó los resultados que el gobierno “esperaba”. Pero quizá sea aún más doloroso recordar la violencia, las vidas perdidas, los traumas y el sufrimiento al que millones de mexicanos fuimos sometidos sabiendo que las autoridades colaboraron activamente con el “enemigo” que tanto daño nos hizo, solo para obtener beneficios personales.

Aunque nos cueste aceptarlo, la verdadera naturaleza de la guerra contra el narco no es aquella que se nos presentó en el ya lejano 2006. El gobierno federal nunca tuvo la intención de deshacerse de los cárteles, y si en algún momento la tuvo, es incluso risible pensar en la facilidad con la que este cedió ante la tentación de obtener una fracción de las ganancias que el Cártel de Sinaloa y grupos similares generaban anualmente. Genaro García Luna y los funcionarios que seguían sus órdenes no pudieron resistirse a servirse una rebanada de ese jugoso pastel que los cárteles hornearon, con su ayuda, por supuesto. 

Desde la más insignificante revisión hasta los operativos de más alto calibre, todos y cada uno de los esfuerzos del gobierno federal por combatir el narcotráfico permanecerán manchados por el resto de la historia. ¿Cómo puede la ciudadanía pensar que su gobierno, aquella entidad encargada de protegerla, intentó erradicar a los cárteles de este país mientras trabajaba codo a codo con ellos? La guerra contra los drogas mexicana, tal como su precuela estadounidense, cortesía de Richard M. Nixon, fue tratada y ejecutada como una crisis de seguridad pública y no como una crisis de salud. Mediante la criminalización, persecución y violencia armada, el gobierno federal no hizo más que convertir un mundo que en sí ya era violento en una versión de El Infierno que le daría pesadillas al mismo Dante Alighieri.

A pesar de la violencia, muchos de nosotros, a veces de forma inconsciente, nos adherimos a la concepción de la guerra contra el narco que nos presentó el gobierno de aquellos tiempos. Incluso si era improbable, preferíamos creer que todos esos años de tirarse al suelo cuando la profesora gritaba: “Pecho tierra!”, de leer el periódico y ver fotografías de cuerpos cercenados, que todos esos horrores habían valido la pena, pues se había alcanzado un bien mayor. Era un intento desesperado de racionalizar el dolor y sufrimiento que experimentamos, algunos de nosotros a edades en las que ni siquiera éramos capaces de comprender qué estaba sucediendo a nuestro alrededor.

Pero ahora sabemos que aquel periodo de violencia extrema fue en vano, pues los cárteles mexicanos siguen más fuertes que nunca, algunos gracias a sus nexos con el gobierno federal. Para agregar insulto a la herida, gracias a personas como García Luna, varios de los funcionarios involucrados amasaron fortunas inimaginables a costa de la seguridad de este país y su gente.

Y claro, porque no podría cerrar una columna de opinión como esta sin mencionar lo obvio, Genaro García Luna no operaba sin el conocimiento ni aprobación de aquel expresidente que lo puso al mando de la seguridad nacional, Felipe Calderón. Lo que en su momento fue un secreto a voces ha sido confirmado en reiteradas ocasiones por personajes que han intentado lavarse las manos con respecto a su participación indirecta durante la guerra contra el narco. Dicho es el caso de Roberta Jacobson, ex embajadora de Estados Unidos en México (2016-2018), quien sostuvo en 2020:

“La información que obteníamos era por conducto de funcionarios estadounidenses, pero venía de parte de mexicanos, ellos eran los que más información recibían y tenían sobre la corrupción de García Luna” (Forbes Staff, 2020).

“El gobierno mexicano sabía tanto como nosotros, si no es que más, y nunca tomó acciones en su momento […]”  (Forbes Staff, 2020).

Claro está, el involucramiento de la Casa Blanca en la guerra contra el narco es todo un tema aparte, y quizá podría profundizar en ello en un artículo futuro. Es poco probable que la violencia en México hubiera llegado a los extremos que hoy en día recordamos con terror sin la influencia del gobierno estadounidense en diversas operaciones criminales y gubernamentales que se llevaron a cabo en territorio mexicano. Sin embargo, la idea principal detrás de esta reflexión está enfocada en denunciar a aquellos hombres que conformaron el gabinete de Calderón y a aquellos que se enriquecieron durante sus años al mando de la Policía Federal.

Como conclusión, solo me queda decir que el pueblo mexicano, desamparado, ahora tiene la tarea de seguir adelante, sabiendo que vive en un país cuyo gobierno puede desatar sin consecuencia seis años de masacres, amenazas y secuestros mientras combate a un “enemigo” con el que colabora en secreto para enriquecerse mutuamente. Al pueblo le toca seguir con sus vidas, estando consciente de que los hombres que orquestaron la farsa más grande y violenta que México ha presenciado en décadas nunca enfrentarán la justicia en este país. Incluso aquellos que permanecerán el resto de sus días tras las rejas jamás podrán pagar una fracción del precio de todas esas vidas perdidas debido a sus viles acciones y deliberadas inacciones.

Los años pasan, seguimos procesando aquellos años de dolor y trauma, y aún nos preguntamos, incrédulos, "¿Y todo para qué?, sabiendo perfectamente que la respuesta es “para nada”.

Bibliografía:

Brooks, D. (2023). Declaran culpable a García Luna por 5 cargos en EU. La Jornada. Recuperado de: https://www.jornada.com.mx/notas/2023/02/21/politica/declaran-culpable-a-garcia-luna-por-5-cargos-en-eu/

Marcial Pérez, D. (2023). La condena a García Luna en Estados Unidos golpea de lleno a toda la política mexicana. El País. Recuperado de: ://elpais.com/mexico/2023-02-22/la-condena-a-garcia-luna-en-estados-unidos-golpea-de-lleno-a-toda-la-politica-mexicana.html

Camhaji, E. (2023). La caída de Genaro García Luna, el zar de la guerra contra las drogas de México. El País. Recuperado de: https://elpais.com/mexico/2023-02-22/la-caida-de-genaro-garcia-luna-el-zar-de-la-guerra-contra-las-drogas-de-mexico.html

BBC News Mundo. (2023). Cómo el cártel de Sinaloa sobornó presuntamente a García Luna, según testificó “El Rey” Zambada en Nueva York. BBC News Mundo. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-64633133

Sánchez Ley, L. (2023). A Cárdenas Palomino y Pequeño García les ‘sonríe’ la suerte lejos de la justicia en EU. Milenio. Recuperado de: https://www.milenio.com/policia/luis-cardenas-palomino-ramon-pequeno-garcia-profugos-eu

Forbes Staff. (2020). Calderón conocía ligas de García Luna con narcotráfico: Roberta Jacobson. Forbes México. Recuperado de: https://www.forbes.com.mx/noticias-calderon-conocia-ligas-garcia-luna-narcotrafico-roberta-jacobson/