
La comunidad LGBT ha recorrido una larga lucha por la defensa de derechos humanos, de los cuales se han visto privados por prejuicios morales de las sociedades. Sin embargo, el autor del artículo “Cómo el movimiento LGBT define disputar en derechos de minorías. Enmarcamiento legal mediante difusión relacional”, Carlos Arturo Martínez, refiere a que en los últimos años, al menos en América Latina se han observado grandes avances en lo referente al reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT, pues Reformas y nuevas Leyes, han permitido el libre esparcimiento de esta comunidad. El autor dice que dicho avance no solo se refiere a los avances legales, sino a que “los movimientos pasaron de la exigencia para contrarrestar la vulneración de sus derechos como ciudadanos… a un manejo discursivo basado en derechos para ampliar la ciudadanía sexual” (Martínez, 2019).
En materia internacional, observamos que el primer objetivo de estos movimientos se ha logrado cumplir; como lo son la primera declaración de la Organización de las Naciones Unidas en el pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos donde “se recoge que las leyes contra la homosexualidad son una violación de los derechos humanos” (Mej, 2010), así como la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos donde se ve reflejado el interés por la protección de dichos derechos como derechos humanos, esto al prohibir, en su artículo primero y referentes al tema, la discriminación por género y orientación sexual.
El problema entonces no radica esencialmente en lo jurídico. Se pueden reformar cientos de veces una ley o un código, tener las herramientas de protección y la eficiencia de los jueces, pero eso no logrará la total aceptación de comunidades como lo es la LGBT. Sin la participación de todos y cada uno de nosotros, “la realidad es que la violencia y la discriminación contra personas de las comunidades LGBT es parte de un discurso normalizado que es aceptado socialmente y que no parece provocar grandes disonancias cognitivas en las personas” (Toro, 2012). Sin embargo, debemos saber que no es suficiente la tolerancia que se pide que tengamos, es necesaria la verdadera aceptación y por encima de todo el respeto por la libertad de personas que como nosotros solo quieren vivir su vida libremente.
Recordemos que la libertad es el mayor privilegio que tenemos como seres humanos, y no podemos permitir que este Derecho se vea vulnerado de ninguna forma; la comunidad LBGT, no es distinta a nosotros, todos somos personas y nuestras preferencias u orientaciones, así como sentimientos de pertenencia no son más que de importancia estrictamente individual.
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