
Birmanos y rohingyas
Antes conocido como “un auténtico mosaico de etnias, lenguas, y movimientos insurgentes,” el país de Myanmar es ahora conocido como el país en el que las redes sociales lograron la detonación de un genocidio. Myanmar está conformado en su mayoría por los birmanos, mismos que representan dos tercios de la población al ser el grupo étnico y lingüístico más grande del país. Aproximadamente el 90% de la población profesa la religión budista, por lo que las restantes resultan minorías étnicas, entre las cuales se encuentran los musulmanes rohingya. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, les describe como “uno de los grupos minoritarios más discriminados del mundo, si no es que el más discriminado”. Sin embargo, ¿cuál es la historia del conflicto?
Historia del conflicto entre ambas religiones
A pesar de que es ampliamente reconocido por historiadores que los musulmanes rohingya llevan cientos de años en el país previo a su independencia, y que incluso reconocen su establecimiento en Rakhine durante el siglo VII, el gobierno les percibe como inmigrantes ilegales de Bangladesh. (EBO, 2009) Sin embargo, no fue hasta el golpe de estado de 1962, en el que el General Ne Win y el Partido Socialista Birmano llegaron al poder, que la comunidad rohingya se vio privada de derechos humanos civiles, políticos, económicos y sociales.
Las décadas posteriores al golpe de estado resultan cruciales para el escalamiento del conflicto, pues al ser aprobada la Ley de Emergencia sobre Inmigración y la Ley sobre Ciudadanía, a partir de 1965, los rohingyas fueron declarados inmigrantes ilegales sin derecho a la ciudadanía. El gobierno, al tomar esta decisión convirtió a dicha minoría étnica en apátridos, lo cual además de ser una violación a sus Derechos Humanos, obstaculiza su acceso a otros derechos básicos como el de acceso al trabajo, la educación, la sanidad, e incluso el de libertad de movimiento dentro del propio país. (Ullah, 2011)
El Gobierno de Myanmar justifica sus acciones contra los rohingyas alegando lo siguiente:
- La posible existencia de futuros conflictos debido a la tensión entre ambas confesiones desde la época de la colonización británica.
- El rápido crecimiento demográfico de la población musulmana dentro del país aumenta la probabilidad de que en un futuro no muy lejano los musulmanes superen en número a la actual mayoría budista.
- Dado a que el país se encuentra rodeado por naciones que profesan el Islam, si se diera una invasión inesperada de parte de alguno de esos países, los birmanos especulan que la población rohingya lucharían a favor de los invasores debido a que no se sienten parte del país.
Más allá de un conflicto religioso
El Dr. Siegfried O. Wolf, Director de Investigación del Foro Democrático de Asia Meridional (SADF), afirma que las relaciones interreligiosas son muy complejas en Myanmar, puesto que los musulmanes —especialmente los rohingya— se enfrentan a una islamofobia profundamente arraigada en una sociedad y Estado predominantemente budista. Por lo que, a pesar de que con frecuencia se categoriza el conflicto en Myanmar como un conflicto religioso, es pertinente mencionar que el presente asunto es también de carácter político y económico.
El gigante de Facebook y su rol en el Genocidio
A pesar de que la persecución de los musulmanes rohingya se remonta a la década de 1970, El Genocidio Rohingya ha consistido en dos fases hasta la fecha: la primera siendo una represión militar que se produjo a finales del 2016, y la segunda ha estado ocurriendo desde agosto del 2017.
Durante la década del 2000, la mayoría de la población en Myanmar no tenía acceso al Internet o a celulares debido a su alto precio. Sin embargo, tras la entrada de importantes compañías de telecomunicaciones al país, Facebook les siguió el paso. La aplicación ganó popularidad rápidamente debido a que venía pre-descargada en los celulares comprados dentro del país, y además permitió el uso de la aplicación sin incurrir en cargos por datos.
La mezcla de una tensión histórica entre la población birmana y rohingyas, así como la popularidad de la aplicación resultó en cientos de páginas y grupos creados dentro de la misma con la intención de esparcir odio hacia los rohingyas. El discurso de odio detonó en Facebook al principio de la crisis Rohingya en el 2017, ante el incremento en los ataques de grupos armados contra la minoría musulmana, resultando en la erupción de popularidad de miles de publicaciones de nacionalistas anti-Rohingyas.
En el 2021, una investigación de Global Witness encontró que el algoritmo de Facebook promovía publicaciones que infringían sus propias políticas e incitaban violencia. Sin embargo, lejos de ser sorprendente, esto parece ser la norma. En el mismo año, la Ex Gerente de Producto del Equipo de Desinformación Cívica de Facebook, denunció al gigante de las redes sociales por “priorizar repetidamente las ganancias por encima de la represión del discurso de odio y la información errónea.” (Dag, 2021) Este mismo mes, el grupo Global Witness probó creando 12 anuncios con lenguaje deshumanizante e incitando violencia a los tres mayores grupos étnicos en Etiopía. La aplicación aprobó la publicación de los anuncios, como sucedió con Myanmar.
Facebook ha admitido antes que su modelo de ofrecimiento de publicaciones en las redes sociales es peligroso sin sistemas de integridad y seguridad, sin embargo, se abstiene de desplegar dichos sistemas en la mayoría de los idiomas del mundo, lo cual tiene un impacto directo en la violencia contra los grupos minoritarios alrededor del planeta.
Legislación
La Unión Europea es la que presenta mayores avances en la legislación de esta materia. De ser aprobada, su proyecto Ley de Servicios Digitales obligaría a que grandes plataformas en línea evalúen y mitiguen el riesgo de que sus algoritmos difundan contenido que afectan los derechos humanos. No obstante, esta propuesta de ley sigue sin ir lo suficientemente lejos, pues sólo concedería la oportunidad de examinar el funcionamiento de los algoritmos cuando los reguladores sospechen que se está cometiendo un delito. Además, el despliegue de legislaciones cuyo propósito es mitigar la desinformación y el discurso de odio tiene varias implicaciones tanto en el costo comercial para las plataformas digitales, así como en el derecho a la libre expresión al establecer un estándar a nivel europeo sobre lo que es, o no es contenido “ilegal.” (Downing, 2022)
La lamentable situación en Myanmar y el papel de las redes sociales en el Genocidio Rohingya suscita un cuestionamiento interesante. Es difícil imaginar una situación en el mundo digital actual en la que las redes sociales puedan quedar sin regulación. No obstante, establecer una regulación efectiva es altamente complejo y problemático. Es fácil prometer un espacio digital más seguro, y completamente pertinente desearlo, pero es mucho más difícil lograr que las grandes empresas multinacionales lo cumplan. Queda por ver si la nueva propuesta de legislación de la Unión Europea realmente puede marcar la diferencia en este contexto.
Milmo, D. (2021, December 6). Rohingya sue Facebook for £150bn over Myanmar genocide. Retrieved September 8, 2022, from the Guardian website: https://www.theguardian.com/technology/2021/dec/06/rohingya-sue-facebook-myanmar-genocide-us-uk-legal-action-social-media-violence
SADF. (2017, September 4). Dr. Siegfried O. Wolf Interviewed and Quoted by Deutsche Welle: The Rohingya in Myanmar: What You Need to Know – SADF. Retrieved September 8, 2022, from SADF website: https://www.sadf.eu/dr-siegfried-o-wolf-interviewed-quoted-deutsche-welle-rohingya-myanmar-need-know/
Ullah, AKM Ahsan. (2011). Rohingya Refugees to Bangladesh: Historical Exclusions and Contemporary Marginalization. Journal of Immigrant & Refugee Studies. 9. 139-161. 10.1080/15562948.2011.567149.
EBO (2009). The Rohingyas. Bengali Muslims or Arakan Rohingyas?EBO Briefing Paper No. 2, 1–5.